Y a veces pienso, cuando me quedo sola
Te extraño, te lloro.
Te juro, lindo, me está costando mucho
Termino los días cansada de extrañarte.
En la sociedad en que vivimos, nadie ha sido educado para ser feliz. Observá cómo aún hoy se educa a los niños inculcándoles que tienen que ser alguien en la vida. Ese ser alguien se relaciona con un título, con una profesión, con una posición social y económica. No se relaciona con la necesidad de ser feliz. Se relaciona con tener y no con ser. Con hacer y no con realizarse. Nunca nos dicen "tenés que entender quién sos, tenés que descubrir para qué estás aquí, tenés que hacer lo que viniste a hacer, tenés que ser feliz".
Somos seres humanos, somos seres divinos, estamos en el planeta para un destino de gloria. Pero, cuando no nos explican esto –y es lo que sucede habitualmente- vivimos con la autoestima baja, vivimos con fobias y miedos, deambulamos patéticamente como una hoja sacudida por el viento; y creemos que si hoy nos quieren la vida tiene sentido y si mañana dejan de querernos, no vale la pena vivir. Y así, sos un eterno discapacitado emocional.
Vivís dependiendo del estimulo externo; necesitás que te quieran, que te acepten, que piensen bien de vos para que tu propia vida pueda seguir adelante. Nadie puede ser feliz de ese modo. Sólo cuando logras entender definitivamente quién sos, ese tesoro. Podés comprender tu derecho a ser feliz. Sai Baba nos dice que la autoestima real, no es el orgullo, es la comprensión de quiénes somos.
Cuando logramos asumir que somos seres divinos, entonces comprendemos que la felicidad es nuestro derecho, comprendemos que la felicidad es nuestra naturaleza y nuestro destino.